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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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«Haced esto en memoria mía» fueron las palabras de Jesús en la última cena, palabras con las que el Señor instituye el sacramento del orden sacerdotal. El Padre José María Alsina Casanova nos ayuda a profundizar en la importancia del sacerdocio, pues sin sacerdotes no hay eucaristía. Están íntimamente unidos, uno sin el otro no tiene sentido, sería imposible. Dice, «somos sacerdotes para hacer presente a Jesús eucaristía». El sacerdote se entrega con Jesús, es hecho sacrificio con Él. Hay una gran falta de sacerdotes, ¡cuántos lugares hay en el mundo donde no se celebra la misa!

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La fraternidad sacerdotal

A pesar de que no hay ninguna regla que obligue al sacerdote a vivir la fraternidad sacerdotal, D. Pablo Ormazábal, sacerdote de la Diócesis de San Sebastián (España), considera que es una gran ayuda para el presbítero, siempre y cuando sea bien vivido. Puede ser que el Señor pida a algunos vivir en soledad, pero D. Pablo advierte que, si uno se descuida, puede recibir un enorme daño. Para muchos sacerdotes, puede ser un gran enriquecimiento vivir algún tipo de fraternidad sacerdotal. D. Pablo ofrece algunos consejos para saber cómo actuar frente a las pruebas en la lucha espiritual con respecto a la propia vocación.

La razón del ministerio sacerdotal

D. Pablo Ormazábal, sacerdote de la Diócesis de San Sebastián (España), desgrana en este programa las razones por las cuales la Iglesia no puede prescindir de sus sacerdotes. Ellos son un puente que nos comunica directamente con Dios haciéndonos cercana y palpable la gracia que Él quiere darnos a través de los sacramentos. Por esto, el sacerdote es un miembro imprescindible en la Iglesia, no por sí mismo, sino porque hace presente a Cristo entre nosotros para darnos vida. Y tú, ¿rezas por su fidelidad? ¿pides a Dios que mande trabajadores a su mies? Nunca es tarde para empezar a pedir por ellos.

 

Nunca he dudado de su existencia

En la vida de D. Pablo Ormazábal, sacerdote de la Diócesis de San Sebastián (España), Dios siempre ha estado presente gracias a la formación recibida de sus padres y al ejemplo de fe que ha podido ver en ellos. En la adolescencia se alejó, pero por poco tiempo, porque vivió dos acontecimientos que reavivaron su fe y le mostraron con claridad la voluntad de Dios sobre él. Esta llamada se hizo más viva durante su primer año de universidad, donde decidió entregarle al Señor toda su vida.

La ordenación no da la perfección

La ordenación sacerdotal, nos explica D. Fernando Altolaguirre, sacerdote de la Diócesis de San Sebastián (España), no es el final de la formación del presbítero, ni le libera de la lucha espiritual. Además, el sacerdote sigue siendo humano y, por lo tanto, limitado. Pero es cierto que, a partir de la ordenación, cuenta con el auxilio de la gracia de Dios de forma predilecta, ya que es «otro Cristo en la tierra». D. Fernando nos explica cómo debe vivir un sacerdote y cuál debe ser el centro de su vida para que su ministerio no se mundanice.

La confesión y la paternidad espiritual

D. Fernando Altolaguirre, sacerdote de la Diócesis de San Sebastián (España), ha sido testigo de conversiones nacidas del sacramento de la confesión. En este misterio, el sacerdote transmite al penitente arrepentido la misericordia de Dios y el Señor le devuelve la gracia perdida renovando sus fuerzas para seguir adelante en la lucha espiritual. Pero, no solo eso, por medio de este misterio el sacerdote también puede formar, aconsejar y ayudar al penitente a reorientar su vida a Dios. Para que esto sea posible, D. Fernando ve imprescindible que el sacerdote se ponga durante varios momentos del día a confesar y que los fieles le vean disponible para facilitar así que quieran acudir a este sacramento.

El celibato es una gracia

D. Fernando Altolaguirre, sacerdote de la Diócesis de San Sebastián (España), recuerda que Dios capacita a los que elige con la gracia necesaria para desempeñar la misión –lo cual incluye el modo de vivir– que se les encomienda. Frente a los que presentan el celibato como una carga para el sacerdote, D. Fernando describe las tres herramientas que ayudan al sacerdote a vivir con gozo y paz su celibato: la dirección espiritual, la oración y los sacramentos. El sacerdote vive de este modo con alegría, porque esa es la voluntad de Dios sobre él. Y sabe que Dios nunca le dejará solo en su lucha diaria.

  • D. Juan Cerrato Ponce —sacerdote de la Diócesis de Getafe (Madrid)— reflexiona sobre las experiencias diarias con las que se tiene que enfrentar y concluye que, si el sacerdote no prioriza lo verdaderamente fundamental, que es su trato íntimo con el Señor, poco a poco se va vaciando y deja de hacer lo más importante que tiene que hacer, que es comunicar a Jesucristo, porque «si el sacerdote no se llena de Dios, no transmite a Dios».

     

     

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